En la cabecera del valle, en la falda de la Sierra de Tormantos aunos 870 m, nos encontramos con esta localidad. Antigua capital del señorío de los Álvarez de Toledo, marcada por su condición fronteriza, era el primer pueblo que alcanzaban los rebaños de la Mesta provenientes de Castilla. Fruto de su prosperidad fue el ennoblecimiento de sus casas, con blasones nobiliarios y dinteles de granito, como en la que pernoctó el emperador Carlos V en 1556, camino de su retiro al Monasterio de Yuste.
Se recomienda visitar su Picota de origen medieval, conocida popularmente como las Marirrollas o Rollo, el puente Cimero y la Puentecilla con su templete dieciochesco. En la iglesia barroca de Ntrª Srª de la Asunción del S. XVII, destaca la capilla del Cristo del Perdón, con una magnífica talla.
El origen de su nombre y escudo, hay que buscarlo en el S. X, en la Batalla de la Vega del Escobar, donde el Rey leonés Ramiro II, según cuenta la leyenda, idea una estratagema consistente en atar unas teas encendidas a los cuernos de las vacas que pastaban en la zona, y azuzarlas de noche hasta el campamento musulmán, haciéndoles creer que la tropa cristiana era muy numerosa, para crear confusión y provocar su derrota. Ya por la mañana, con la vuelta de las vacas, los lugareños pronunciaron la frase «Ya tornan las vacas», lo cual se cree ha dado nombre al lugar.
A principios de mayo se celebra una representación recreando la leyenda, además del día del fuego y el día de la Cruz, donde los vecinos de Tornavacas suben de romería a esta Cruz.