La Garganta de la Puria, antaño designada como la de "La Furia", es una de las más grandes y caudalosas de la vertiente derecha del Jerte, ubicada entre las localidades de El Torno y Rebollar.
Si bien se forma al unirse el Arroyo del Labradillo con la Garganta del Tejo, frecuentemente se suele llamar a todo el conjunto como Garganta de la Puria. Es una de las gargantas menos visitadas del Valle, pero llena de rincones con pequeñas cascadas y pozas de agua cristalina, vegetación de ribera y vistas panorámicas del Valle.
A este apartadero llega una derivación de la ruta senderista: "Arroyo Labradillo - Garganta la Puria", sendero circular de 9 km, con inicio y fin en la localidad de El Torno.
Aquí cada estación compite en belleza y espectacularidad: el despertar estacional de la primavera con la floración del cerezo; el deshielo, con cascadas y gargantas despeñándose por las laderas; el otoño, con sus fuertes contrastes y crisol de colores impresionistas; o el invierno, con sus nieves en las altas cumbres.
La localidad está situada a una altitud de 770 m en plena ladera de los montes de Traslasierra, privilegiada atalaya, ideal para divisar el Valle del Jerte en su totalidad, por lo que se conoce al pueblo como "El mirador del Valle".
Presenta un relieve muy abrupto, con una vegetación distribuida por zonas:
Su nombre procede de "Rebollo", "Monte de roble pequeño". Está ubicado a 622 m de altitud en una empinada ladera de la margen derecha del Valle, con un urbanismo serrano de callejones angostos y empinados.
El pueblo equivale a un museo vivo de arquitectura popular jerteña, donde aleros y balcones casi se tocan y algunas de sus viviendas, las Casas del Canchal, se alzan sobre imponentes moles de granito, a modo de casas colgantes. La tradición dice que los foráneos del pueblo deben calzar el cancho para tener una buena acogida. Si no, son arrojados al pilón.
La localidad, habitada también desde la Prehistoria como atestiguan los numerosos restos arqueológicos encontrados, tiene su origen compartido con Valdastillas, ya que ambas poblaciones pertenecían a la Campana de Ojalvo y fueron fundadas por vecinos del actual despoblado de Ojalvo, aldea medieval (S. XII) ubicada en la ribera del río Jerte, de la cual sólo quedan algunas ruinas de su "ventorro" (RAE: Venta de hospedaje pequeña o mala. Edificio singular destinado a comer y beber).
Su humilde iglesia, dedicada a Sta. Catalina, es una construcción de la segunda mitad del siglo XVII.