Iconografía Barranco

Valle del agua

El Jerte es el Valle del Agua, la unión entre valle y río es tal, que les lleva a compartir hasta el nombre. El río nace en la cabecera del Valle próximo al puerto de Tornavacas, un humilde origen para una auténtica fuerza de la naturaleza, sobre la que se sostiene la vida de esta comarca. Valle y río no se pueden entender sin la red de arroyos y gargantas que los alimentan, formando un sistema hídrico de sangre transparente que circula valle abajo buscando su camino entre imponentes murallas de roca. Esa lucha de milenios ha conformado una suerte de intrincados laberintos, donde se esconden un puñado de espacios geográficos singulares: Las Gargantas del Jerte, auténticos tesoros geológicos y medioambientales. Asomarse a este sendero de agua y roca, es hacerlo al mismo corazón e historia de este Valle a los pies de la Sierra de Gredos. Un viaje que nos conducirá a rincones donde la belleza natural se muestra en todo su esplendor.

Caminos del agua Arroyo Labradillo

El Chozo

Los chozos son circulares, con techumbre de piedra o de ramas y escobas, de forma cónica y sin cimentación. La pared levanta hasta el metro y medio aproximadamente, dejando un hueco para la puerta, normalmente de madera, flanqueada por dos grandes piedras a modo de jambas y un dintel, también de piedra. Encima de la pared comienza la falsa cúpula, con lanchas que van cerrando la bóveda, hasta rematarla con una losa llamada "el corono". El interior, de unos 3 ó 4 m de diámetro, está enlosado con lanchas. En la pared, un pequeño hueco interior funciona a modo de alacena para guardar los enseres de cocina. En ocasiones se revocaba una parte interior de la pared con barro, lugar donde se montaba el camastro, de tajos de madera, escobas, helechos (en invierno), una pequeña almohada y las mantas. En el lado contrario estaba la lumbre (el fuego), para cocinar y calentarse sentado en una banqueta de tres patas. Repartidos por las paredes estaban los enseres habituales de los moradores de estos chozos: los zahones, las alforjas, el morral (o zurrón), el sombrero, la manta del pastor, la cuerna para beber y la bota de vino.

La Arquitectura Vernácula

Proyectada a través de la experiencia y el saber de generaciones anteriores, los testimonios de nuestra cultura tradicional se ven representados en el Valle por chozos para el cobijo de personas y tinados, zahurdas o majadas para los animales, además de otras construcciones similares que enriquecen el paisaje físico y humano. Singularmente rica en este tipo de vetustas construcciones agropastoriles, es la zona donde actualmente nos encontramos, con más de un centenar de chozos de piedra censados. Edificaciones con cientos de años de antigüedad, realizadas con los materiales disponibles del entorno, para resguardarse de las inclemencias del tiempo y permanecer cerca del sustento de vida.


Solicitamos su permiso para obtener datos estadísticos de su navegación en esta web, en cumplimiento del Real Decreto-ley 13/2012. Si continúa navegando consideramos que acepta el uso de cookies. OK | Más información