Desde tiempos medievales, a las orillas de los cauces del Valle del Jerte, se han asentado diversidad de ingenios hidráulicos como: molinos, serrerías, fábricas de luz, lagares…, prueba del elevado interés etnográfico que podemos encontrar en este valle. A mediados del siglo XIX, se podían contabilizar hasta 28 molinos y 16 lagares, si bien de la gran parte de los edificios que los albergaban, sólo restan las paredes semiderruidas, las gastadas ruedas molineras esparcidas por los alrededores y los "rulos" en estado de ruina.
En la actualidad, a pesar del olvido y el desuso, contamos con algunos ejemplos bien conservados o recuperados, como lo es el edificio donde nos encontramos: el Lagar del "Tío Alicio", que estuvo operativo desde el año 1900 hasta 1981, gracias a la fuerza motriz de la Garganta Marta. Recordemos que un lagar es el lugar donde se pisa o prensa la uva, aceituna o manzana para obtener el mosto, el aceite o la sidra respectivamente. Éste fue un lagar de aceite propiedad de un único dueño, donde trabajaban hasta 4 personas. Aquí se prensaba la aceituna para obtener aceite desde los meses de enero a marzo pagando cada familia por los "pies" de aceituna prensados, un "pie" equivalía a 20 ó 30 cestas de aceitunas.
Fue adquirido por el Ayuntamiento de Valdastillas en 1992, efectuándose una rehabilitación para recuperar su valor histórico y etnográfico.
La aceituna era cultivada en los huertos explotados por familias, se traía al lagar en sacos o "maquilas", que cada familia vaciaba en los cubículos ubicados frente a la entrada llamados trojes o "echiles", que hacían las funciones de depósitos. De allí se transportaban al interior del lagar en cestos de castaño hasta la tolva, que las dejaba caer poco a poco dentro del alfange para que los rulos1 las aplastaran.
El mecanismo es activado por la fuerza del agua, que inicialmente acciona el rodezno2 que transmite el movimiento a través de su eje a una serie de poleas de cuero ubicadas en el interior del lagar, que distribuían el movimiento a los puntos necesarios.
La pasta de aceituna se iba vaciando mediante cubos sobre unos capachos o capachetas (discos de fibras vegetales entrelazadas, generalmente de esparto) depositados en unas vagonetas para transportarlos hasta la prensa hidráulica de eje, donde eran exprimidos añadiendo agua caliente al proceso para favorecer la separación del aceite, recogiéndose el resultado primeramente en las pilas de piedra, donde por decantación se separa el agua y los restos sólidos del aceite virgen; y posteriormente recogido el aceite puro en cántaros de 20 litros (metálicos de zinc o latón normalmente).