Este barranco esconde algunos de los parajes y pozas más bellas de la zona, rápeles de hasta 30 metros, saltos de 12 y toboganes hacen de él, el descenso más completo y divertido de la zona. Esculpido en duro granito, sorprenderá a propios y extraños por su continuidad y estética, más propia de paisajes calizos, una auténtica aventura en el Valle.
El inicio coincide con la aproximación del barranco de la Garganta de los Hoyos, descrito en el panel contiguo. Dadas las malas condiciones del camino en su parte media y el escaso o nulo hueco para dejar los coches, RECOMENDAMOS SUBIR ANDANDO. Una vez superado el puente de la Garganta de los Hoyos, seguiremos ascendiendo, y para confirmar nuestro buen camino, debemos pasar junto a una lavadora empotrada en un muro de piedra (sí, has leído bien, una lavadora). Continuaremos siempre hacia arriba hasta llegar a una cancela, que dejaremos cerrada y continuaremos en zig-zags ascendentes por una pista que primero se convierte en camino y luego en sendero, faldeando hasta llegar a un alto con espléndidas vistas, desde ahí seguiremos por el sendero sin ganar ni perder altura, siguiendo hitos e intuyendo el camino sin bajar de cota. Nuestro objetivo es un gran bloque redondeado muy característico, en el que está la cabecera del primer rápel.
AVISO:
El acceso se realiza por una propiedad privada, coto de caza, se ruega no montar escándalo, no salirse del camino, respetar las vallas, las cancelas y los animales. Para entrar en la finca es necesario avisar previamente en el Tel: 927 470 090 de Jerte Natura. Muchas gracias, es por el bien de todos.
Retorno: Desde el Puente de los Papúos (final del barranco), se puede regresar al pueblo por el sendero señalizado (SL-CC 34) por la margen izquierda de la garganta.
Escapes: En casi todos los puntos tenemos posibilidad de escape, aunque el único escape limpio es el sendero que sale a derecha tras el quinto obstáculo, que nos lleva al camino de acceso.
Instalación:
Rapel con dos anclajes de doble argolla más anclaje auxiliar, doble anclaje en cabecera de pasamanos y desviadores, fraccionamientos y anclajes inferiores cuando es necesario, tanto para evitar roces, como para evitar el agua en época de crecidas. Todo con anclajes químicos.